Necaxa vs Veracruz

7 Rayos a 0 cayeron sobre el Veracruz

Publicado por: Wilson Dario Daza Restrepo

En la Liga MX, el Necaxa propinó la mayor derrota de la historia del fútbol mexicano en torneos cortos a unos Tiburones de Veracruz que casi mueren sin mar y sin orilla.

La temperatura en el Estado Libre y Soberano de Aguascalientes era normal el 3 de agosto de 2019. Los pronósticos del clima aseguraban que los grados centígrados mediarían entre 23 y 28. Se equivocaron. Cayeron rayos y centellas.

Pero no sobre todos… se precipitaron contra un equipo de jugadores que habían llegado de Veracruz para enfrentar a los locales del Necaxa. Nadie se explica porque, de pronto, se vino tal tormenta sobre los llamados Tiburones.

Los rayos vinieron convertidos en goles contra los visitantes pero hicieron más daño que los mismos eléctricos porque pasaron a la historia de las estadísticas del fútbol mexicano como la mayor goleada que se recuerde en torneos cortos y la tercera en largos.

Necaxa – Veracruz. Un 7 a 0 histórico

¡7 a 0! Ese fue el marcador del juego entre el Necaxa contra el Veracruz, encuentro que se llevó a cabo el 3 de agosto de 2019 y que nunca olvidarán aquellos que lo presenciaron, y hasta los que no lo hicieron, porque lo verán, por siempre, registrado en los libros sobre fútbol.

Pasó a la historia, en forma de orgullo para los primeros y de vergüenza para los segundos.

Fue una verdadera tormenta. Un tornado que dejó secuelas extrañas en los pocos hombres cualquiera de un día cualquiera a los que, esa noche, no los acompañó la suerte.

El estadio Victoria y sus frituras

El estadio Victoria de Aguascalientes prendió sus luces, Desde su merendero se sentía el olor a comida recién hecha y a frituras. La temperatura era normal, tirando a cálida, solo unas pocas nubes sobre el cielo. Los hinchas llevaban ropa ligera.

Las acciones comenzaron. Los Rayos del Necaxa salieron a la cancha  jugar contra el Veracruz, con el anhelo de sumar en la Tabla porque los últimos resultados obtenidos en la Liga MX no eran los mejores. Con urgencia necesitaban sumar.

Los Tiburones Rojos del Veracruz no sabían lo que les esperaba: una tormenta caería sobre ellos y los «electrocutaría».

La temperatura comenzó a variar al minuto 12. Maximiliano Salas, delantero del Necaxa, metió un bombazo eléctrico desde afuera del área para vencer a Sebastián Jurado y adelantar a los locales. Con este gol también él se estrenó en el fútbol mexicano.

Los Tiburones primero perdieron la esperanza

En este encuentro contra el Necaxa, los Tiburones de Veracruz comenzaron a perder la esperanza… esa de la que dicen los dichos populares que es lo último que se pierde. Ellos la desecharon desde muy temprano

Luego de la ventaja, los Rayos le regalaron la iniciativa a los del Golfo, pero estos, todavía obnubilados por el primer fogonazo en su arco, no pudieron capitalizar las distintas jugadas que se les presentaron.

El más peligroso de los albirrojos seguía siendo Salas. Antes del descanso, el delantero buscó su doblete en una jugada personal, encaró al defensor, se lo llevó por velocidad y su disparo pegó en un costado de la red. Así se fueron al medio tiempo.

Todo, aún, parecía normal. Veracruz venía de una mala racha y triunfar en estas tierras era una meta casi imposible.

Ahora perderían el ánimo

Entonces llegó el segundo rayo como una advertencia, como una premonición de lo que sucedería luego.

El segundo rayo-gol se dio justo cuando empezaba la parte complementaria y afectó, del todo, el ánimo del equipo.

El chileno Claudio Baeza llegó por el sector derecho, gambeteó al defensa con una preciosa bicicleta y sirvió en bandeja de plata para que Maxi Salas, simplemente, empujara la pelota a la red

Se quedaron sin energía

Un hincha del Necaxa escribió en redes sociales: «se le notaba la energía a mi equipo. Yo estaba ahí. He ido a sus partidos siempre. Soy hincha fiel, nunca pensé que vería esto. ¡Ese es mi equipo! Fue raro».

Claro que era diferente, la tormenta se avecinaba… más dura, más áspera, contundente e hidrocálida. Nadie en las tribunas se percataba de ello, pero a los veracruzanos visitantes les llegaba de frente y estaban sufriendo por eso.

Solos, y sin entender que el ojo de un huracán los miraba, se desconcertaron y desorientaron en el terreno de juego.

Sin esperanza, ánimo y energía… ¿qué más?

La amenaza era evidente y llegó, desde ese momento, a cuentagotas. Fueron como corrientazos de electricidad que los sumía en una muerte lenta, lenta, lenta.

Sintieron miedo y las piernas fallaron ese día. Ya no corrieron como antes, las advertencias del técnico Enrique Meza se borraron de repente. La cuestión era solo de sobrevivencia. Algo los amenazaba y no lo veían. Querían salir de ahí, pero no podían.

Pasó instantes más tarde, al minuto 58. El arquero necaxista Hugo González despejó largo para que el chileno Juan Antonio Delgado quedara mano a mano y definiera a la base del poste del arco defendido por Jurado.

Se quedaron sin corazón

Fue un rayo directo al corazón… Dejó mucha tristeza. La derrota era inevitable

El cuarto gol se gestó como desde el fondo de la tierra. Brotó de pronto y lastimó como nunca. Era el minuto 67.

El mediocampista Jesús Angulo se metió hasta el área. Tras una serie de rebotes, logró pasar a Mauro Quiroga. A éste solo le bastó darle un puntazo el balón para mandarlo al fondo de las redes.

También se quedaron sin alma

Ese fue un rayo directo al alma donde los corrientazos ya no se sintieron tanto porque no aturdían lo físico, pero sí ahogaron a unos Tiburones que hacía rato habían olvidado cómo nadar y se habían quedado sin mar y sin orilla.

Sin rumbo… desorientados por un estado del tiempo que solo era inclemente con ellos, porque en las tribunas todos celebraban y nadie parecía padecer nada de mal clima, cayeron de bruces sin que nadie se percatara.

Se volvieron espectros… seres invisibles

¿Quién no golea a alguien que no se ve o se muestra? Fue como si no estuvieran en el campo de Aguascalientes. Pasó de un momento a otro.

Sin esperanza, sin ánimo, sin corazón, sin alma… Era como si todo estuviese escrito para el equipo visitante. De él, poco quedó en la cancha. Se perdieron las ilusiones. Ya no había nada para los veracruzanos.

Los goles de la estocada eléctrica

Los tres goles que faltaban se dieron en la recta final del partido entre el Necaxa y el Veracruz. Fueron los tres rayos más mortíferos porque cayeron en tierra estéril y cuando todo estaba consumado en la cancha de Aguascalientes, ya no había sujeto.

Jesús Angulo anotó el quinto al minuto 74, Eduardo Herrera logró el sexto al 84 y Cristian Calderón el séptimo al 87.

En la historia de torneos cortos este marcador nunca pasó

Fue entonces cuando todos entendieron que algo como esto nunca había pasado en el fútbol mexicano y menos en Aguascalientes.

Algunas cositas habían sucedido años atrás en el estadio, pero nada tan raro como esto. Que se diera un 7 a 0 en un torneo corto o que los goles se convirtieran en rayos que solo le caían, convertidos en anotaciones, a los contrincantes, eso no lo habían vivido nunca.

La respuesta es sencilla.

Los pronósticos fallan y eso pasó en Aguascalientes

Vivieron como nunca una victoria inédita y soportaron a unos Tiburones de Veracruz que no entendían lo que había pasado y solo pedían agua para calmar a siete rayos del Necaxa que les habían extraído todo: esperanza, ánimo, corazón, alma.

Afuera del estadio no pasaba nada. La tragedia del mal tiempo no afectaba a nadie porque no existía. Solo aturdía con rayos invisibles a unos tiburones que agonizaban en la cancha de un estadio que, como una paradoja burlesca, se llamaba Victoria.

A los visitantes solo les quedó algo… el cerebro. Por eso no murieron, Ahora el equipo quedó, como último en la Tabla y agonizante obligado a ponerse a pensar. Tienen, a pesar de un 7 Rayos a 0, otra oportunidad.

 

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